lunes, 13 de abril de 2020

BORRADOR DE LA POESÍA  

"ALMA AUTOINMUNE O ¡PUEDO 

ESCRIBIR LOS VERSOS MÁS TRISTES 

ESTA TARDE!"



¡Me duele el alma, compañero...!

Tanto me duele, pero tanto, tanto... 

que se ha marchado, ha huido

a un valle de lágrimas

y de sepulcros un cementerio;

a recoger corazones, 

mentes y cuerpos,

y vaga y yerra,

perdida, ciega y sorda, 

desorientada, desesperada,

sin templo ni reino, 

ni nicho ni cueva,

ni hoyo ni agujero,

ni mundo ni lágrimas,

ni corazón, ni mente,

ni cuerpo de asilo,

albergue frío

para este día y esta noche;

sin tener abiertas puertas,

ni sitio, mesa, 

ni silla, ni lecho,

en el más hiperbólico,

exagerado y total,

absoluto y extremo

punto final

de un inconcebible e ignoto infierno.

¡Me duele tanto el alma, compañeros...! 

que su horrible dolor

quemó, incineró 

y extinguió mi corazón,

mi mente y mi cuerpo;

mi cuerpo con fuego

de la fragua de Vulcano; 

mi mente con ácido

implacable y sádico,

y mi corazón con un frío

cortante y mucho más helado

que el hielo cósmico

del confín y el polo,

el rincón inhóspito,

escondido, cerrado y extremo

y desconocido del universo.

Y yerra errática,

sin vista ni oídos,

ni tacto ni olfato,

ni gusto posible,

para encontrarse a sí misma

y aferrarse a algo

que sea diferente

de la angustia,

la pena y el sufrimiento.

Huyó, se marchó tan lejos,

más lejos que lejos,

a buscar un cuerpo,

un corazón y una mente adoptantes,

en un mundo extraño,

incognoscible e imposible

de otro universo. 

Me duele, amigos...

mamá, papá, hermanos,

hijas, abuelas, vecinos

y bien amados todos los seres

sintientes y no sintientes

de este mundo.

Y no volverá, no regresará

más, nunca más,

ni habitará ningún lugar; 

será en sí misma un mundo,

un lugar, un pensamiento

y un sentimiento

condenados a ser

el más triste y extremo,

solo e ignoto

de todos los infiernos.

Tanto me dolía

que se perdió y se abandonó

a sí misma, huyendo sin encontrar

ni la extinción ni el ser,

ni el espacio ni el lugar,

ni el inverno, ni el tiempo;

y permanecerá sin ser más que el dolor,

la angustia y la pena,

la tristeza y la desesperación

de quien soy y ya no soy yo,

un ser ajeno a su cuerpo,

a su mente y a su corazón.

Aquella alma huérfana,

se fue, se marchó

y no volverá jamás.

Dios me dijo

que tenía mucho dolor,

aquellos que fuisteis

todos y tantos, compañeros, 

la tarde de los versos más tristes

jamás escritos.

 

 

 

 


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