miércoles, 29 de mayo de 2013

COMO EL MAR



Soy la lucha, luché fuerte...
como el mar.
Soy la espuma, formé mundos de espuma...
como el mar;
soy paz y tempestad...
como el mar;
me hirieron los hombres...
como al mar;
...y porque visité mil mundos sin viajar
y llegué tan lejos como el mar...
yo soy el mar.
La amé con tanta fuerza como el mar.
Luché en grandes tempestades,
sobreviví a la muerte,
me superé a mí mismo...
como las olas del mar;
a veces soy la violencia,
a veces soy la paz,
puedo romper las rocas con mi grito,
como las olas del mar.
En mí vive la vida,
y porque creo en mí mismo...
yo soy el mar.






LA TESIS DE LOS SUEÑOS


Soy un soñador
y juro que lo soñado es verdad.
A veces sueño que sueño,
y cuando creo despertar,
busco un momento en mi pasado,
Y esos sueños que se borran
dejan un hueco vacío;
la nada no es realidad.
Todo lo que vivo es sueño
y cuando no sueño no vivo
(y si no soñase no viviese),
pues no conozco ese sueño
que no se puede soñar;
¿acaso existe la vida
sin percibir, sentir, pensar,
un mundo que todos sueñan
con sueños todos distintos,
y sólo uno es verdad?
O, ¿la realidad es la ecléctica promiscuidad
entre mil sueños estancos
y los demás sueños
no son, no existen, no hay?
¿Sólo soñamos un sueño,
y al pronto vagamos, sin saber lo que soñamos,
por un oscuro vacío
hasta soñar la realidad?
Soy un soñador y juro
que lo soñado es verdad;
si toda mi vida es sueño,
y toda mi vida es nada,
¿dónde está mi realidad?
Soy un soñador y juro
que lo soñado es verdad.





MI NIÑO

Mi niño nació con los ojos abiertos,
mi niño luchó siempre por la verdad,
nunca se dio por vencido,
vivió siempre lleno de ilusiones,
y comprendió desde el primer momento,
con los ojos llenos de lágrimas,
el porqué de los errores de los mayores.
Y vertiendo sangre y sudor,
escupiendo a cada rato el pegajoso polvo del camino,
triste y frustrado, siguiendo la senda caduca
de todos los que vivimos,
cambiando odio por amor,
triste y cabizbajo, triste y escupido,
abandonó este mundo de incomprensión,
marchándose con el alma rota,
por el mismo lugar por el que había venido.
¡Y pensar que mi niño soñaba cambiar el mundo!:
destruir las mentiras, acabar con el odio;
conseguir el amor, terminar con la envidia;
compartir la alegría, derrotar el temor;
conseguir que todos fuéramos felices
con la felicidad de los demás...
¡Ay, los sueños de mi niño!
Pero el tiempo pasó,
la impotencia y el tedio,
el odio y el horror,
derrotaron a mi niño;
y una nube muy alta,
llena de amor, de ilusiones,
de quimeras y sueños,
hasta el suelo cayó,
derramando en el golpe
llanto y frustración.
¡Pero no lo cambiasteis!;
se marchó diferente,
con la frente muy alta,
sin haberlo engañado,
¡incólume, sin mancha!.
¡Qué orgulloso estoy de mi niño!
y si mi niño volviera
a salir algún día del jardín del olvido,
si su alma supiera que aún estoy vivo,
para no defraudarle volvería a luchar;
aunque llanto y lágrimas me costase,
porque él se lo merece todo,
todo lo haría otra vez por mi niño,
por mi niño,
¡por el niño que yo he sido!





¡TE QUIERO!

Tanto tiempo soñando,
tanta soledad, tanto silencio,
tanta nada sublimada
y tanto vacío lleno:
de quimeras y de lágrimas,
de suspiros y deseos;
tanto anhelo ya olvidado,
sonámbulo en noches de viento;
viento de amor huérfano,
orfandad de un corazón,
que bebiéndose sus lágrimas
ha comido de su cuerpo,
desgarrando sus entrañas
en busca de amor de fuego;
sin que nadie me escuchase
en noches de insomnio y miedo,
callé gemidos de sangre
tapándolos con mi aliento,
reteniéndolos con gélida saliva ardiendo,
para que nadie oyese
los gritos sostenidos en mi pecho,
con las heridas restañadas
por un sueño y otro sueño;
anhelos ya olvidados,
yo sé que aún vagan dentro;
llénalos con tu amor,
empreña de él el viento,
sacia mi hambre con tu aliento,
cúrame las heridas,
escucha mis sentimientos,
haz que duerma soñando
cada noche satisfecho
de haber podido colmar
el más fuerte de mis anhelos,
la más sentida de mis utopías,
el más bello de mis sueños;
te daré todo mi amor,
sólo eso, y no sé cuánto,
dónde llega mi mirada
no alcanzo a conocerlo;
entra dentro de mí y juega
con un niño eterno,
a tu lado soy un niño
que alcanza con la mano el cielo.
Volaremos por encima
de quién no nos dio alas,
porque sabía que nos conoceríamos
y entonces sintió celos;
dame tu amor si puedes,
el mío ya no puedo recogerlo de tu pecho,
ámame como yo te amo
o dame la muerte a tiempo;
de ti lo quiero todo,
muerto de amor no vivo,
prefiero perenne silencio.
Olga, desdichadas y paupérrimas palabras
para decirte lo que con ellas no puedo.
¡Olga, como nunca quise a nadie,
a ti te quiero!
¡Te quiero!





VERSOS DE OLGA

Tantos versos para nada,
sino desahogar mis penas;
versos de nadie llenos de tanta nada,
para nadie, sin nadie que los oyera.
Tanta ambición de llenar una página en blanco
de belleza y hermosura,
para entregársela a alguien
que comprendiese la pretendida hondura
de palabras anónimas, tan pobres y desdichadas,
lastimadas, ofendidas por la pluma
de un pobre vagabundo
del mundo de las ideas;
sólo fueron papeles arrugados en un cajón,
y en mi mente el eco perdido y difuso
de los llantos en silencio
de un pobre niño, pobre en todo,
rico en nada, más que en ensueños y quimeras,
que le quiso dar al mundo y a ella (otra quimera),
todo el amor, sangre, venasy la carne destrozada
de un corazón cualquiera.
Con más deseo que nunca
quise construir belleza
para dársela a la niña
que cada segundo camina conmigo,
surgiendo de mi pechoy bañando todo mi cuerpo
de frenética obsesión
en cada apurado latido
de un corazón, que más que lleno,
amenaza a estallar con el peso
del recuerdo continuo de la última sonrisa
y el anhelo del próximo encuentro.
En fin,
ya ves, no hice nada;
es mi nada,
son tus versos;
dales ternura y vida,
vida con la ternura,
con tu ternura mi vida,
para que pueda seguir viviendo y queriéndote,
niña amada, niña mía.





ME ESCRIBIRÁS VERSOS

Algún día, niña, te escribiré versos
que tu rubricarás con un beso
y estallará en mis labios,
apagando con el celo
con que se cierran los ojos
de un niño que se va durmiendo,
vibrando con la misma cadencia
con que anuncia una campana
el final de mil tormentos,
dentro de mis venas,
hasta adormecer mis dedos,
apagando llama a llama
todos mis desalientos.
Algún día te contaré mil historias
por boca del Nazareno,
y como cadenas de oro
anudarán dos vidas
y atarán dos cuerpos,
y serán sobre tus sienes corona,
sobre mi papel tus versos;
me prestará sus palabras
para encerrar un amor de un hombre
al que las palabras de un hombre
le harían mil desprecios:
el amor que te profeso.
Algún día te escribiré versos
para que tú los escuches
de mis labios ardiendo,
y me mirarás como sueño,
acariciando mi cara
y limpiando de mis ojos
las lágrimas que brillan
tantas noches de silencio.
Algún día, niña, me escribirás versos,
bebiendo de mi mirada
las palabras que en ti quiero;
algún día nuestras manos,
aferradas a la misma pluma,
temblorosas y latiendo,
querrán escribir versos,
y se abrirán soltando
el bastón de tantos ciegos,
para abrazarnos más fuerte
y ayudar nuestras miradas,
manos, bocas, sexo, aliento,
a sentirse más cerca...
más cerca de nuestro cielo.




TE QUIERO PÁLIDA
(Hecha por encargo a una joven acomplejada por su palidez)

Quiero pálida tu frente,
te quiero lívida como un muerto,
rojo sólo el blanco de tus ojos,
rojo sólo tu espíritu,
rojo tu corazón;
rojos tus labios de niña,
ardientes entre tu piel blanca y fría,
quiero algo que me diga
que seré tu último amor.
Enrojecidas tus entrañas,
cálido aliento surgiendo
de tu llama de pasión,
al contacto de tus labios,
un gemido de tu alma,
una noche de silencio,
que empuje con fuerza el aire
y lo cambie en loco viento
que nos envuelva a los dos.
Frenesí lánguido en tu mirada,
mudo el grito de tu voz,
sin fuerza tus brazos rendidos
a la fuerza de mi emoción.
Me gustas niña porque eres pálida,
porque tienes la tez de hembra,
pupilas de adolescente entre tu iris verde,
y el cuerpo de mujer;
pálidos cabellos de oro
enredados entre mis manos,
ceñido tu vientre a mi cuerpo,
quiero morir dándote la muerte
que calme toda mi hambre,
que sacie toda tu sed.
Sentarme mudo al alba
y ver tu cuerpo sin vida
después de hacerte feliz,
de apagar para siempre
la ternura de tu voz.
Para siempre tu tez pálida,
para siempre lívida tu piel blanca,
besar por último los labios fríos
entre la sonrisa de éxtasis reflejada
en tu rostro, tatuada en tu corazón;
dejando caer mi cuerpo sin vida
sobre tu cuerpo de ángel,
abrazado a ti para siempre,
es anhelo de mi pasión;
después de amarte
no quiero vivir un recuerdo despiadado,
un anhelo ya para siempre eterno,
una frenética obsesión;
quiero morir feliz,
niña de mis ojos,
que desde hace tanto tiempo
caminas dentro de mi cuerpo,
naciendo muda de mi aliento,
dándole fuerza a mi voz;
no seas más mi latido,
sé mi paz para siempre
después de darme tu amor.




A GLORIA. EN MIS VERSOS HAY UNA NIÑA

En mis sueños hay una niña...
una niña que me llama...
se muere todas las noches
cuando se levanta el alba.
En mis sueños hay una niña...
una niña que me llama.
Yo sé que ya es mujer;
algún día la puedo ver,
sin que ella mire mis ojos,
sin que ella vea mi cara.
De día veo su cuerpo;
ella es muda y no me habla,
de noche cuando me acuesto
siempre me despierta su alma.
Son dos ojos negros
en una carita lánguida,
me miran cuando me duermo
y yo los miro despierto,
cuando están lejos,
y ya no puedo alcanzarla.
Quisiera poder fundir cada día
y cada noche con el fuego
que me abrasa,
palpar la luz de sus ojos
con la luz de mi mirada
y apartarla con ternuraacariciando su cara.
Nunca más vivir sin ella,
no más silencio, más distancia,
alumbrar con mi inquietud
la palidez de su cara,
amarla cuerpo a cuerpo,
borrar esa lontananza
de unos versos sin esperanza.
En mis sueños hay una niña...
una niña que me llama.
En mis versos hay una niña…




CADA LOCO CON SU TEMA

¿Vale la pena lamentar?
No, la verdad.
¿Vale la pena mentirse?
No, la verdad.
¿Sirve de algo soñar?
Quizá, quizá.
¿Vale la pena apartarse de la realidad?
No, no valdrá.
¿Puede servir de algo enfrentarse a ella?
No, no valdrá la pena.
¿Y contarse cuentos de hadas...?
No te valdrá de nada.
¿Jugar con las palabras?
Sabes que sí, pero no a ti.
Entonces… ¿qué estás haciendo?
Ya ves, matando el tiempo.
¡Pero vamos hombre!,
¿puede servir de algo ser poeta?
Sí, de un infierno hago belleza.



FRENESÍ

Una historia más, mil batallas más,
una ilusión más, y al final ...
dos ilusiones menos.
Tiempos y momentos, espacios vacíos,
cuerpos impotentes, guerra de mil fantasmas,
ilusiones apagadas, sombras que se cruzan,
pasiones encontradas, mentiras que triunfan,
reflejo de las sombras
de la civilización de los espejos.
Mares apagados, puertas en el viento,
escaleras que zozobran, sensación de avanzar
cuando es otro tren el que está en movimiento.
Sueños y más sueños,
y un cuerpo solo hundido en el cemento.






martes, 28 de mayo de 2013


EL AUTÉNTICO NOVIO DE LA MUERTE

Donde quiebre los oídos el llanto
de un niño que no cese,
donde sin morir nunca y sin descanso,
una vieja agonice y arda en llamas
de manera infinita y permanente,
donde el mar sea la saliva
de un tuberculoso impenitente
y la espuma de las olas los esputos con sangre
de una ramera y un libertino 
sifilíticos en un coito ruidoso y estertórico,
doloroso, anorgásmico, definitivo,
asesino, vomitivo, sudoroso, maloliente,
incesante y para siempre;
donde yazca un cuervo muerto, podrido,
festejado por gusanos de boca negra,
blancos, gordos y relucientes,
donde sólo habite el olvido solo,
pero el atormentado, tormentoso y nauseabundo,
el más triste, yermo, desabrido y desalmado,
el más presente y ausente, pero no el de Bécquer;
donde haya siempre una mujer herida,
despechada, tristísima, lujuriosa,
rencorosa y vengativa,
muerta de deseo, pecado, dolor,
una bruja solitaria, malvada y depravada,
esperando yacente, boca arriba
a un borracho sádico, misógino,
blasfemo, empapado en sudor y pestilente…
para devorarlo vivo cada vez
que él se enhieste, y vomitarlo de nuevo
en un círculo cíclico y perenne…
ahí estará mi cadáver, mi tumba,
mi nicho, mi féretro, mi panteón,
mi deseado y definitivo nido
de plumas negras
y mi mansión desnuda,
sucia de espíritus oscuros
con colas y cuernos de Luzbel,
vociferantes, fanáticos, febriles,
obcecados, hambrientos del mal
y de clavar sus tridentes, crudelísimos,
frenéticos y omnipotentes…
ahí estará mi mausoleo,
adornado con cuadros de van Gogh,
pinturas negras de Goya y Lucientes,
y una lápida teniendo como epitafio esta poesía,
rubricada con autógrafos de Baudelaire,
Lovecraft, Alan Poe, Mesalina
y Madame Claude, y oscuras rojas
manchas de sangre hirvientes y feas,
destilando vapores y humo
irrespirables, cenagosos,
risueños, eternos y decadentes,
en decadencia sin fin,
en crisis terca y para siempre.
Y este, el mayor rebelde cósmico
con causas omnipotentes,
las noches de lunas nueva
escribirá poesías acompañado
por el violín de Paganini
y cantadas por Vincent Price,
como apología, tributo y homenaje
a la nada, al vacío, al no ser,
al final, a la negación ilusa y frustrada
de la tan temida por unos,
y deseada por este ángel caído
novio enamorado y rendido
venerada, adorada, anhelada,
divina, y esperada bellísima fiesta
de esa dama desolada que es
la MUERTE...
¡MUERTE, MUERTE, MUERTE!



PARA MI AMIGO DIEGO RUBÉN GARCÍA

Hace mil años en un lugar ignoto
vivía una princesa increíble
de piel morena y enamorada
con ojos de hada,
lágrimas negras de llanto agudo,
labios de fresa y dientes de tigre.
La llamaban…
No le llamaban de ninguna manera;
nadie la conocía.
Todos soñaban su belleza
en las noches de luna llena,
y sus fealdades en los días de luna nueva,
tardes de tormenta y días muy grises.
Dicen que besaba…
Nadie la besaba;
todos la besaban a su manera
días de sol,
noches muy claras de luna llena,
y eran mordidos todos los días de luna nueva,
tardes de relámpagos y días grises.
Sus manos eran sarmientos
de nácar blanco y vapores grises,
palmas rosadas
y uñas de tigre.
Todos la tocaban…
Nadie la tocaba;
todos la rozaban
en los días de luna nueva,
las noches de luna llena,
tardes de adioses
y días de muertes, grises, muy grises.
Su mirada era…
Ella no miraba;
todos la miraban
y veían sus pupilas verticales,
sus ojos amarillos
llenos de llanto
y lágrimas blancas como la nieve,
frías, muy frías,
tristes, muy tristes;
lengua de gata,
saliva cristalina,
frente de asombro
y sonrisa…
No sonreía;
todos le sonreían
todas las noches de luna llena,
cielos huracanados
y atardeceres calimosos
en los que componían
entre la hierba
los grillos negros sus canciones tristes,
muy tristes, más tristes.
Su alma era todo ternura,
corazón de loba asustada y sola,
(flor blanca y rosa sujetada al pecho
con un imperdible de plata blanca);
lágrima negras,
voz de llanto aguda,
ojos muy negros como dos moras grandes, silvestres;
pies blanquiazules de espumas frías
sobre la rocas, que se enredaban y deshacían
en medio del mar
donde habitó un castillo
en donde vivían reducidas
las imágenes y los amores
de mentes imaginativas
y sentimientos sublimes;
cintura estrecha
que difuminaban golpes de olas
infelices, frías y cálidas.
Algunos vivieron en sueños mágicos
sus besos rojos,
suspiros de niña
y sus caricias dulces y apasionadas
que acariciaban los corazones
de todos los hombre buenos,
visionarios, del futuro,
con mentes prodigiosas
y corazones sonrosados, nobles,
valientes, tiernos, sin prejuicios,
soñadores, revolucionarios,
tiernos, victoriosos,
magnos e incólumes e irreductibles.
Murió una mañana de luna nueva,
espuma de tormenta y amanecer blanco y sublime.
Hoy su alma viven aires bellos
Paseándose por Paisajes Literarios,
recitando poesías magnas,
relatos breves y fragmentos de prosas profanas;
y en un teatro dibuja cuentos
de Antón Chejov y Nacha Guevara.
No llores por mí, Argentina,
¡sujétame fuerte y ámame dulce,
agradecida y suave!;
recuerda siempre que yo soy aquella hada
que todos besaron y amaron en sueños
todas las noches de luna llena,
todos los días de luna nueva,
tormentas frías y cálidas
de espuma de nata y lágrimas negras,
tardes grises y cálidas
entre espuma de olas en el Mar de la Plata.







lunes, 27 de mayo de 2013

SABINA NO TIENE TAMAR

    NUESTRA CANCIÓN

Vivo justo en el centro de ti,
no recuerdo nada de lo vivido,
tu presente es mi presente de piedra encendida;
te quito con arte el vestido...
te invito a beber mi champán.
Dejo ardiendo tu lengua en mi boca,
apuro tu saliva de un sorbo;
acertó quién al ver construir y entrelazar
con nuestros cuerpos el templo del  morbo
dijo al verme ocupar completamente
el centro sediento e hirviente
de tu sagrado, rojo y selvático lugar:
“Peor para el sol (fue Sabina),
que se acuesta a las siete en la cuna del mar a roncar,”
mientras tu macho español
te levanta tu falda despacito
y luego te la arranca de un tirón.
Hemos llegado a tu puerta, 
nos buscamos como dos gatos hambrientos en celo,
un piso antes del último cielo
se desboca toda nuestra pasión...
nos sirve para el primer beso ardiendo
todo nuestro calor...
No está faltando ni el desfile sin  moda 
de tu carne interior.
En nuestro corazón
no hay nada prohibido,
del pasado sólo queda el olvido,
pero tienes que quedarte para siempre
te es muy fácil olvidar todo lo antes vivido...
en mi cama no hay caprichos que la  Diosa
Única del universo que eres tú no pueda tener.
“Peor para el sol...”
Es mejor, te pido que no hables,
no me gusta ya ninguna otra hembra,
me han traído hasta aquí
tu cerebro, tus curvas y tu corazón.
Y ahora, para qué más detalles,
besos, miradas, labios,
sonrisas penetrantes, nuestro amor 
y todos los excesos;
¡¿Cómo puede caber 
tanto licor blanco ardiendo
en el vaso loco e ilimitado
del tesoro que guardas
en lo más adentro posible
del  centro de tu cáliz derretido
que orada mi lanza incandescente
y que enciente nuestra cósmica pasión?!
Sigues en nuestro lecho la noche siguiente,
sin haberme salido de ti,
sin que haya final para nuestra hambre,
nuestra sed, nuestro amor, nuestro placer,
nuestra eterna presente satisfacción.
Despertamos al amanecer que continua,
sin haberme salido de ti,
con mi lengua húmeda y lanzante
dentro del calor receptor de tu oído
y te susurró con voz todavía más ardiente:
¡me moría de ganas, Tamar querida
de volver a penetrar exaltado
en el verdadero centro de tu yo,
 entreabriendo  y entrecerrando esa rosa,
loca flor de la demencia roja pasión,
enlazando con mi cuerpo
tu cuerpo en uno sólo, vívido
y omniemocional, implosionando
en una sola nuestras dos mentes,
de Diosa selvática y omnipotente,
que me consagra en Dios
en el centro del big-bang mencial,
logos, arjé, paz convulsionada
de un universo primogénito, insólito
y tan sólo imaginable por tus senos
escondidos entre mis manos,
por tu lengua, tu vientre, tu vagina,
tus labios omnipresentes en toda tu existencia
y nuestra mente divina plenipotencial,
sin mesura y definitiva,
mientras con tu aguasuave  lavas y recibes
y mezclas del interior de la génesis divina
y final el licor blanco-nieve
infinito e interminable
que inunda y repleta el vacío
de agujero azul del espacio infinito
que reinó por siempre hasta ahora,
y que en este momento transmutamos
en paz divina ingrávida y todo excitante,
rebosante de dicha infinita de dioses
con interminables borbotones masculinos
el  ying ilimitado que tu eres
en la eterna perfección definitiva
del todo absoluto sin faltas, carencias,
ni suspiros ni anhelos más que
el suspiro infinito del cielo sin suelo
que es nuestra concretada y satisfecha pasión!
La razón, la pasión, la verdad,
el todo, la conciencia única
de dicha eterna e infinita,
la mente y el cuerpo andróginos
unidos tan sólo en uno solo,
de esa realidad incompresiblemente indivisible
y disoluta en sí misma que somos tú y yo,
¡el concepto Dios!
Y así pues,
El verbo habló sin fin
toda la verdadera razón
y sin fin orgasmó,
detenido en un presente eterno…
que ahora bendice
 sin posible final
 nuestro infinito amor,
¡la concreción en nuestro orgasmo único
del concepto Dios!