jueves, 2 de abril de 2020

VERDE COMO EL TRIGO VERDE…
NEGRO COMO UN CUERVO MUERTO

Moriré un día pronto
entre nubarrones negros;
sólo aspiro a morir pronto,
vivir más ya no quiero.
Sólo quiero que llueva
el día de mi feliz entierro,
que las lágrimas de lluvia
estén en todos los rostros,
las lágrimas con sal matan,
la lluvia limpia y barre el suelo.
El homenaje a quién sólo supo llorar
y no pudo reír
debe ser un día húmedo y mojado
que lave chubasqueros negros.
Que me entierren en la tierra,
que no encierren mi cuerpo
en un nicho de cemento,
ni me incineren, me da miedo el fuego,
y que siembren flores sobre mi tumba,
no las quiero tronchadas y en coronas,
manoseadas y muertas,
acariciando una tapia
y homenajeando un muerto.
Quiero que me de homenaje
un tibio y frío recuerdo.
No pude amar la vida,
me suicidé en cada intento,
cada poesía fue un desgarro,
un muro a la esperanza cada párrafo,
cada día una noche de luna nueva,
cada libro un suicidio,
una lágrima cada verso;
la canción más triste del mundo mi vida,
cada paso una rotura
de mi ilusión, mi esperanza y mi aliento.
Que me hagan una misa
cada veintiocho  de enero.
El día que yo nací
la helada quemaba sin piedad el firmamento.
Una misa sin oraciones,
sin plegarias y sin rezos,
sólo granos de maíz y migas de pan
y una bandada de cuervos,
y besos a las flores
que nazcan sobre mi féretro.
Adiós amigos hermanos;
sobre las nubes negras
vuela un ángel negro y solo,
negro-carbón como mi vida…
negro, solo, triste como un cuervo muerto.








No hay comentarios:

Publicar un comentario