domingo, 13 de septiembre de 2015


TU PAZ Y MI LOCURA FUERTE TRENZADAS

Tú sabes que mi invasión te colma,
mi fuego te alivia,
mi entrega te sacia,
mi posesión te libera,
mi vida te mata 
y mi muerte en ti calma
y crea y vive un universo de sosiego 
donde el orden está en nuestro caos,
tu bendición en mi sonrisa,
y tu sonrisa definitiva
en mi silencio,
y en nuestra fusión tu todo,
en mi totalidad tu totalidad
y en mi explosión y en mi extinción en ti
la cumbre de tu placer, de tu victoria y de tu gozo.
Erguida en mi ansia
y sostenida en tu deseo
se amarra a nuestro espíritu una lanza,
su base en el centro de mi cuerpo
y en el otro extremo tú la diriges y la aguantas
con manos fuertes, temblorosas, gimientes,
desnudas y trémulas que esperan 
el madrugar de nuestra danza.
Tú sabes, ves y conoces
un mástil encendido y victorioso
ardiendo en el fuego embravecido
de mi mirada penetrante
y tu mirada receptora
al otro lado
de la inmensa espada enrojecida
que deslizas dentro de ti,
devorando tu corazón, mi espíritu y tus entrañas.
Yo sé que soy el oleaje que te corrige,
que te convierte en infinita magia,
una oscilación y una realidad perfecta
y que te apaga.
Sabes que soy un eterno peregrino,
sediento, famélico y embravecido
que tiene instinto y destino definitivo
en tu morada y entre tus mantas
y que mis anhelos y mis deseos reprimidos
serán cobijados, recibidos y paladeados
en el fondo y en el centro de tu casa.
En la fogata roja y amarilla de tu sala,
todo lo que escondo y todo cuanto sueño
arderá urgentemente
en la base de tus llamas.
Estremecida, transmutada tú en humo y yo en brasas,
surgirás al universo y a lo eterno y a lo etéreo
y yo seré el testimonio satisfecho y perfecto 
de cenizas esparcidas y regadas en tu cama,
grises, apagadas e impolutas,
perfumadas por tu éter liberado y victorioso,
dibujando más de mil senderos
en tus sábanas blancas,
en donde me esperaste
para hallar la perfección y la liberación
de tu deseo, tu amargura, tus llantos,
tus mugidos, tus alaridos y todas tus torturadoras
e incomprendidas e incompasibles y gigantescas,
empapadas en lágrimas
de llanto de hembra colosal,
tus hasta ahora 
inconmensurables ansias.  
















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