martes, 28 de mayo de 2013


PARA MI AMIGO DIEGO RUBÉN GARCÍA

Hace mil años en un lugar ignoto
vivía una princesa increíble
de piel morena y enamorada
con ojos de hada,
lágrimas negras de llanto agudo,
labios de fresa y dientes de tigre.
La llamaban…
No le llamaban de ninguna manera;
nadie la conocía.
Todos soñaban su belleza
en las noches de luna llena,
y sus fealdades en los días de luna nueva,
tardes de tormenta y días muy grises.
Dicen que besaba…
Nadie la besaba;
todos la besaban a su manera
días de sol,
noches muy claras de luna llena,
y eran mordidos todos los días de luna nueva,
tardes de relámpagos y días grises.
Sus manos eran sarmientos
de nácar blanco y vapores grises,
palmas rosadas
y uñas de tigre.
Todos la tocaban…
Nadie la tocaba;
todos la rozaban
en los días de luna nueva,
las noches de luna llena,
tardes de adioses
y días de muertes, grises, muy grises.
Su mirada era…
Ella no miraba;
todos la miraban
y veían sus pupilas verticales,
sus ojos amarillos
llenos de llanto
y lágrimas blancas como la nieve,
frías, muy frías,
tristes, muy tristes;
lengua de gata,
saliva cristalina,
frente de asombro
y sonrisa…
No sonreía;
todos le sonreían
todas las noches de luna llena,
cielos huracanados
y atardeceres calimosos
en los que componían
entre la hierba
los grillos negros sus canciones tristes,
muy tristes, más tristes.
Su alma era todo ternura,
corazón de loba asustada y sola,
(flor blanca y rosa sujetada al pecho
con un imperdible de plata blanca);
lágrima negras,
voz de llanto aguda,
ojos muy negros como dos moras grandes, silvestres;
pies blanquiazules de espumas frías
sobre la rocas, que se enredaban y deshacían
en medio del mar
donde habitó un castillo
en donde vivían reducidas
las imágenes y los amores
de mentes imaginativas
y sentimientos sublimes;
cintura estrecha
que difuminaban golpes de olas
infelices, frías y cálidas.
Algunos vivieron en sueños mágicos
sus besos rojos,
suspiros de niña
y sus caricias dulces y apasionadas
que acariciaban los corazones
de todos los hombre buenos,
visionarios, del futuro,
con mentes prodigiosas
y corazones sonrosados, nobles,
valientes, tiernos, sin prejuicios,
soñadores, revolucionarios,
tiernos, victoriosos,
magnos e incólumes e irreductibles.
Murió una mañana de luna nueva,
espuma de tormenta y amanecer blanco y sublime.
Hoy su alma viven aires bellos
Paseándose por Paisajes Literarios,
recitando poesías magnas,
relatos breves y fragmentos de prosas profanas;
y en un teatro dibuja cuentos
de Antón Chejov y Nacha Guevara.
No llores por mí, Argentina,
¡sujétame fuerte y ámame dulce,
agradecida y suave!;
recuerda siempre que yo soy aquella hada
que todos besaron y amaron en sueños
todas las noches de luna llena,
todos los días de luna nueva,
tormentas frías y cálidas
de espuma de nata y lágrimas negras,
tardes grises y cálidas
entre espuma de olas en el Mar de la Plata.







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