martes, 13 de julio de 2010

FILOSOFÍA EXISTENCIAL

El hombre es un ser tonto por naturaleza,
que se pasa la mayor parte de la vida
tratando de engañarse a sí mismo.
Por eso el consuelo que le queda
es ser menos tonto que los demás;
así comienza la lucha,
la lucha de los imbéciles
que compiten inconscientes,
hundiéndose en la estupidez,
por el hecho de intentar
derrotar a los demás,
y no vencerse a sí mismos.
Nuestro fin real es el “éxito”,
estandarte de lo absurdo,
el motivo que nos impulsa
a seguir caminando
en pos de una realidad
que es la primera mentira
y el último desengaño.
Los únicos no equivocados,
aquellos a los que alejamos,
los leprosos del presente,
son los que están acertados.
Aquellos a quienes tememos
y si podemos consolamos,
los valientes de la vida,
los de los ojos abiertos,
los infelices, los tristes,
los rebeldes, los marginados un día,
que su meta alcanzaron
adoptando la locura,
son los únicos llegados.
Los espíritus puros,
los que están en su cuerpo encarcelados,
consiguieron lo imposible,
desprovistos de los sueños,
del error y de lo humano;
vomitan cada día sobre el mundo
los sinsentidos y los ascos
de la experiencia adquirida
en la podredumbre del tiempo,
en el sudor de las almas,
en los esputos de la fantasía
y en la náusea de la verdad,
en la muerte de los vivos,
y en lo que amamos
y en lo que hemos odiado.
Y yo por mi parte...
aquí... divagando,
diciendo tonterías y verdades...
proyectando sobre mí los contrasentidos del mundo,
y sobre los demás...
mis momentos de consciencia,
es decir, mis momentos de locura,
esto es, mis propias calamidades.

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