jueves, 1 de julio de 2010

EL SUEÑO DE MACHADO

El tiempo pasa...
se gana experiencia...
se va perdiendo la rebeldía
ante la impotencia...
te haces más práctico...

pero te queda algo:
principios y amor.
Pierdes tus grandes sueños
y ambiciones,
tienes que dejar perecer parte de ti mismo
si quieres sobrevivir;
ya no hay en ti la misma fuerza,
pero sigues existiendo,
y dentro de ti llevas la simiente.
Sabes que no has cambiado el mundo
como habías soñado,
pero también sabes
que sigue existiendo
un hálito de amor,
que contribuye a hacerlo mejor;
ya no te encuentras al borde del abismo
por ver el horror del mundo,
ni se te ocurre llorar por ello...

pero sabes que en un rincón
queda un diminuto ser,
ni popular ni famoso,
que trata de hacer felices
a aquel reducido grupo de personas
que le rodean,
y sabes también que en el fondo,
orgulloso de ti mismo, incólume,
has sido tan fuerte como nadie
y el menos condicionado:
has sido capaz de recibir poco,
y dar algo más...
Sí, ya sé que no es mucho,
pero también ahí has triunfado,
te contentas con menos...
Y habrá transcurrido tu vida
como una pompa de jabón
que se habrá roto a poca altura,
sencilla sí, sencilla en sí,
humilde y además pura,
sin siquiera haberse atrevido
a perfumar el viento,
pero una senda invisible
quedará marcada en el aire
y un duendecillo de cabello canoso
y mofletes sonrosados
dirá a los pájaros:
“mirad, es el sueño de Machado”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario