domingo, 25 de julio de 2010

SOLEDAD Y SOLEDAD

Si te abrasa en el rostro
la llama de la antorcha
que alumbra esta larga, negra,
tan confusa y de horror
noche de tu vida,
que parece no respetar
la llegada de un nuevo amanecer,
déjame que camine junto a tí
para humedecer tu cara con mis besos,
y espera conmigo un alba,
que está condenada a nacer
y a ser testigo
de como la iluminas de nuevo
con tu mirada, mientras te adoro;
si tienes fe en quien vive en ti
el motivo tan grande y tan solo
de su vida,
si tienes la fuerza y el amor de renuncia;
¡ámame con esa fuerza!,
y sólo querré lavar tus pies
con la última gota de mis venas;
no permitas que tu agonía
queme en cenizas mi cuerpo y mi espíritu;
si las espinas, calientes, crueles, secas,
que humedecen tus pies desnudos
al caminar, te hacen buscar
otra senda...
perdido, desnudo,
a un lado del camino,
en un nido de zarzas entre la maleza,
en una noche eterna y fría,
atado, impotente por las espinas
que cambiaron tu camino,
gritaré afónico,
con la sangre bullendo
en mis labios resecos
(que nunca tanto amé).
Nunca podré pensar
mas que ese pensar eterno,
en el bosque del horror,
donde las almas insatisfechas
vagan tropezando para siempre sin final;
mientras anhelo sea para siempre
un calor plácido en tu pecho,
que sonría en cada latido de tu corazón.

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