viernes, 23 de julio de 2010

COLORES APAGADOS

Qué inmensa es la tristeza
cuando no se siente curiosidad por la vida,
y sólo se espera la muerte,
tan callada, tan sombría.
Qué inmensa es la tristeza
cuando no te queda inspiración
para escribir los postreros versos de la vida,
y sólo se espera la muerte,
tan obscura, tan vacía.
Cuando los ojos ya no tienen lágrimas
para desahogar las penas
que te hunden en el fango de la vida,
cuando no puedes llorar por ti mismo
y te sientes impotente aguardando la muerte,
¡qué tétrico se vuelve el aire que respiras...
y qué apagados son los colores que te rodean!.
Después del frenesí que me ha tocado vivir,
yo no me enfrento a la muerte,
no tengo fuerzas,
la muerte se enfrenta a mí;
y mientras los ojos fijos en el papel
no se atreven a mirar alrededor,
¡qué solo me siento sin ti!.
Sí, por un momento pasan por mi mente
los rostros borrosos de las personas queridas,
pero no me queda amor,
apenas me resultan reconocibles,
sólo tú te alejas con mayor nitidez,
pero no es suficiente,
apenas puedo ya reconocerte
entre las sombras.
Siento frío gélido en las sienes
y fatiga de vivir,
saco fuerzas de flaqueza para poder escribir
y el sudor baña mi frente.
Mas nunca se pierde la esperanza,
ni siquiera ante la muerte...
pues si mientras vivo me muero...
quizás morir sea vivir.

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